37 años de plagios

Jorge Ramos

El sector empresarial del país desde 1971 ha sido herido y resquebrajado por la delincuencia organizada, en algunos casos por cuestiones ideológicas y otras más por dinero.

Han pasado 37 años en los que hombres y mujeres de negocios, mexicanos y extranjeros, han vivido el miedo que provoca el cautiverio, la privación violenta de la libertad, sea por recompensa o por cuestiones ideológico-políticas.

Julio Hirschfeld Almada, Eugenio Garza Sada, Fernando Aranguren, Margarita Saad, Brianda Domecq, Fernando Senderos, Juan Bosco Gutiérrez Cortina, Joaquín Vargas, Jorge Espinosa Mireles, Alfredo Harp Helú, Ángel Losada, José Antonio Porrúa, Eliot Margolis Freedman y Jorge Sekiguchi, sólo por mencionar algunos, han sido blanco de secuestradores en territorio nacional.

Investigadores afirman que, en México, desde inicios del siglo XX ya se realizaban los secuestros, pero la mayoría de los registros coinciden en señalar que fue a partir de la década de los años 70 cuando comenzaron a intensificarse en contra de prominentes empresarios y políticos, en otros casos, las víctimas han sido miembros de sus familias.

Muchos de esos casos —noticias de secuestros— fueron imputados a grupos guerrilleros, como al Partido de los Pobres, comandado por Luicio Cabañas en las profundidades de la sierra guerrerense; la Liga Comunista 23 de Septiembre, el Frente Urbano Zapatista, con Francisco Uranga a la cabeza; el Partido Revolucionario Obrero Campesino Unión del Pueblo (PRO CUP), hasta llegar al Ejército Popular Revolucionario (EPR). Sin embargo, la memoria colectiva reciente no olvida a células criminales, como la de Daniel Arizmendi. El común denominador de todos estos grupos: obtener dinero.

Los años 70 y las primeras capturas El 27 de septiembre de 1971, una célula del Frente Urbano Zapatista secuestró a Julio Hirschfeld Almada, quien fue ejecutivo de la empresa H. Steel y Cía. y secretario de Turismo en el gobierno del Luis Echeverría Álvarez. Fue liberado el 29 de noviembre del mismo año.

Dos años después, Eugenio Garza Sada, presidente del Grupo Valores Industriales (VISA ), promotor del desarrollo industrial y educativo del país (fundador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey), fue asesinado el 17 de septiembre de 1973 por un comando de guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre.

En un intento fallido de secuestro, Garza Sada opuso resistencia a sus captores, lo cual desató una balacera que terminó por segar su vida, así como la de su chofer. Este hecho conmocionó a Monterrey y a todo el país.

Las voces de los hombres de negocios clamaron justicia al entonces presidente de México, Luis Echeverría Álvarez.

El libro Eugenio Garza Sada describe así esa mañana: “La luz roja del semáforo en la esquina de la calle Quintanar lo distrajo de sus pensamientos, pero la alerta surgió de pronto cuando una camioneta Falcon los interceptó impidiendo el avance de su auto. Dos hombres jóvenes, armados, bajaron rápidamente para someter al conductor y a su ayudante, mientras uno más sacó con violencia al industrial del asiento trasero.

La resistencia que opuso el anciano hombre en su intento por defenderse con la vieja pistola que portaba, desató la balacera en la que el empresario fue abatido.”

No había pasado un mes, cuando el 10 de octubre, en Guadalajara otro grupo perteneciente a la Liga Comunista 23 de Septiembre privó de la libertad al empresario Fernando Aranguren y al cónsul de la Gran Bretaña, Duncan Williams. No hubo apoyo. El gobierno mexicano se negó a negociar con la guerrilla y la respuesta fue contundente: Aranguren fue ejecutado y el diplomático liberado.

La guerra sucia que se desató a partir del 2 de octubre de 1968 dio lugar a la formación de múltiples organizaciones guerrilleras. Los rebeldes continuaron con la captura de empresarios.

En 1974 el Partido de los Pobres, encabezado por Lucio Cabañas, secuestró y dio muerte a Margarita Saad, propietaria del Hotel Las Brisas de Acapulco.

Brianda Domecq, hija de Pedro Domeqc, industrial español radicado en México, fue otra víctima más de la inseguridad. El 30 de octubre de 1978 fue secuestrada por un comando y liberada unos cuantos días después por la policía. El día de su captura los integrantes de la banda se identificaron como integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre, pero las investigaciones revelaron que se trataba de delincuentes comunes.

Brianda Domeqc reconstruye su rescate: “Fue espectacular. Agentes de la policía federal de seguridad entraron violentamente en la casa y arrestaron a quienes me vigilaban. Yo estaba dormida y ellos me despertaron. Me quitaron las vendas. Lo hacían tan de prisa que yo me resistía a que me sacaran a la calle, pues creía que eran nuevos secuestradores.”

Más historias

En las décadas de los años 80 y 90 los secuestros a empresarios no cesaron.

Así, en octubre de 1988 Fernando Senderos, presidente ejecutivo de Desc, SA de CV, fue raptado y finalmente pudo ser liberado de su cautiverio.

Después siguió el arquitecto Juan Bosco Gutiérrez Cortina, hijo de Antonio Gutiérrez Prieto, prominente industrial mexicano. Su secuestro duró nueve largos meses y terminó gracias a que, según su propia versión, logró escapar del lugar del encierro en el que lo mantuvieron sus raptores.

En 1992 Joaquín Vargas, hijo del propietario de la cadena de televisión por cable Multivisión, emisoras de radio y cadenas de restaurantes, también experimentó el secuestro al igual que Jorge Espinosa Mireles, propietario —entre otras empresas— de Printaform.

Finales del siglo XX y los casos siguieron A lo largo de los años 90 más empresarios fueron blanco del crimen organizado: el industrial minero de Durango, Emilio Gutiérrez; el banquero Eduardo Creel Cobián, del Distrito Federal, y Juan Antonio Torres Landa, de Guanajuato.

Uno de los plagios que impactó tanto a la opinión pública nacional como a la extranjera fue el perpetrado por el Ejército Popular Revolucionario —14 de marzo de 1994— en contra de Alfredo Harp Helú, presidente del consejo de administración de Banamex Accival y uno de los hombres de negocios mexicano incluido en la lista de la revista Forbes.

Fueron 106 días los que estuvo secuestrado y finalmente pudo ser liberado.

Ese mismo año fue privado de la libertad Ángel Losada, dueño en aquel entonces de la cadena de tiendas Gigante. Un año después, en 1995, José Antonio Pérez Porrúa, dueño de la editorial y librerías que llevan por nombre el segundo apellido del editor, fue plagiado.

A la lista de empresarios que vivieron en carne propia el miedo a no salir vivo del cautiverio, o bien la angustia de saber que uno de los miembros de su entorno familiar fue presa de los raptores, se suman los nombres de Eliot Margolis Freedman, director de Chrysler de México, en 1998; del industrial ferretero Jorge Sekiguchi, en 1999, por mencionar algunos más.

Pero los casos que hoy vuelven a conmocionar al país entero, incluso allende las fronteras, son los secuestros de dos jóvenes vidas, Silvia Vargas y Fernando Martí. Hay que agregar a los hombres y mujeres del sector productivo del país, cuyos plagios permanecen en el silencio o bien no han podido ser denunciados.

Ricardo González Sada, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, explica que el plagio en contra del empresariado viene ejecutándose desde hace muchos años, pero las motivaciones han ido cambiado. Así, de los años 70 a los 80 el objetivo fue político e ideológico, a partir de los 90 el fin ha sido obtener un pago económico como rescate.

Desde su punto de vista, la comisión de este delito comenzó a intensificarse desde 1995 y hoy día existe una tendencia preocupante, además del secuestro están siendo ejecutados por miembros de los cuerpos policiales.

El líder de la Coparmex cuenta a este diario que al momento no tiene información de empresarios plagiados, aunque asegura que está creciendo la extorsión en todo el país, lo cual es preocupante.

En cambio, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, Miguel Marón Manzur, señala que tiene reportes de empresarios que han tenido problemas de secuestro, extorsión y chantaje, hechos que están ocurriendo con mayor frecuencia y provocando miedo a los sectores empresarial e industrial del país.

Este recuento fue realizado a partir de información del dominio público.

Para preservar las garantías de los afectados, se reservó la publicación de datos confidenciales.

Han pasado 37 años en los que hombres y mujeres de negocios, mexicanos y extranjeros, han vivido el miedo que provoca el cautiverio, la privación violenta de la libertad, sea por recompensa o por cuestiones ideológico-políticas.

Julio Hirschfeld Almada, Eugenio Garza Sada, Fernando Aranguren, Margarita Saad, Brianda Domecq, Fernando Senderos, Juan Bosco Gutiérrez Cortina, Joaquín Vargas, Jorge Espinosa Mireles, Alfredo Harp Helú, Ángel Losada, José Antonio Porrúa, Eliot Margolis Freedman y Jorge Sekiguchi, sólo por mencionar algunos, han sido blanco de secuestradores en territorio nacional.

Investigadores afirman que, en México, desde inicios del siglo XX ya se realizaban los secuestros, pero la mayoría de los registros coinciden en señalar que fue a partir de la década de los años 70 cuando comenzaron a intensificarse en contra de prominentes empresarios y políticos, en otros casos, las víctimas han sido miembros de sus familias.

Muchos de esos casos —noticias de secuestros— fueron imputados a grupos guerrilleros, como al Partido de los Pobres, comandado por Luicio Cabañas en las profundidades de la sierra guerrerense; la Liga Comunista 23 de Septiembre, el Frente Urbano Zapatista, con Francisco Uranga a la cabeza; el Partido Revolucionario Obrero Campesino Unión del Pueblo (PRO CUP), hasta llegar al Ejército Popular Revolucionario (EPR). Sin embargo, la memoria colectiva reciente no olvida a células criminales, como la de Daniel Arizmendi. El común denominador de todos estos grupos: obtener dinero.

Los años 70 y las primeras capturas El 27 de septiembre de 1971, una célula del Frente Urbano Zapatista secuestró a Julio Hirschfeld Almada, quien fue ejecutivo de la empresa H. Steel y Cía. y secretario de Turismo en el gobierno del Luis Echeverría Álvarez. Fue liberado el 29 de noviembre del mismo año.

Dos años después, Eugenio Garza Sada, presidente del Grupo Valores Industriales (VISA ), promotor del desarrollo industrial y educativo del país (fundador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey), fue asesinado el 17 de septiembre de 1973 por un comando de guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre.

En un intento fallido de secuestro, Garza Sada opuso resistencia a sus

El sector empresarial del país desde 1971 ha sido herido y resquebrajado por la delincuencia organizada, en algunos casos por cuestiones ideológicas y otras más por dinero

Han pasado 37 años en los que hombres y mujeres de negocios, mexicanos y extranjeros, han vivido el miedo que provoca el cautiverio, la privación violenta de la libertad, sea por recompensa o por cuestiones ideológico-políticas.

Julio Hirschfeld Almada, Eugenio Garza Sada, Fernando Aranguren, Margarita Saad, Brianda Domecq, Fernando Senderos, Juan Bosco Gutiérrez Cortina, Joaquín Vargas, Jorge Espinosa Mireles, Alfredo Harp Helú, Ángel Losada, José Antonio Porrúa, Eliot Margolis Freedman y Jorge Sekiguchi, sólo por mencionar algunos, han sido blanco de secuestradores en territorio nacional.

Investigadores afirman que, en México, desde inicios del siglo XX ya se realizaban los secuestros, pero la mayoría de los registros coinciden en señalar que fue a partir de la década de los años 70 cuando comenzaron a intensificarse en contra de prominentes empresarios y políticos, en otros casos, las víctimas han sido miembros de sus familias.

Muchos de esos casos —noticias de secuestros— fueron imputados a grupos guerrilleros, como al Partido de los Pobres, comandado por Luicio Cabañas en las profundidades de la sierra guerrerense; la Liga Comunista 23 de Septiembre, el Frente Urbano Zapatista, con Francisco Uranga a la cabeza; el Partido Revolucionario Obrero Campesino Unión del Pueblo (PRO CUP), hasta llegar al Ejército Popular Revolucionario (EPR). Sin embargo, la memoria colectiva reciente no olvida a células criminales, como la de Daniel Arizmendi. El común denominador de todos estos grupos: obtener dinero.

Los años 70 y las primeras capturas El 27 de septiembre de 1971, una célula del Frente Urbano Zapatista secuestró a Julio Hirschfeld Almada, quien fue ejecutivo de la empresa H. Steel y Cía. y secretario de Turismo en el gobierno del Luis Echeverría Álvarez. Fue liberado el 29 de noviembre del mismo año.

Dos años después, Eugenio Garza Sada, presidente del Grupo Valores Industriales (VISA ), promotor del desarrollo industrial y educativo del país (fundador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey), fue asesinado el 17 de septiembre de 1973 por un comando de guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre.

En un intento fallido de secuestro, Garza Sada opuso resistencia a sus captores, lo cual desató una balacera que terminó por segar su vida, así como la de su chofer. Este hecho conmocionó a Monterrey y a todo el país.

Las voces de los hombres de negocios clamaron justicia al entonces presidente de México, Luis Echeverría Álvarez.

El libro Eugenio Garza Sada describe así esa mañana: “La luz roja del semáforo en la esquina de la calle Quintanar lo distrajo de sus pensamientos, pero la alerta surgió de pronto cuando una camioneta Falcon los interceptó impidiendo el avance de su auto. Dos hombres jóvenes, armados, bajaron rápidamente para someter al conductor y a su ayudante, mientras uno más sacó con violencia al industrial del asiento trasero.

La resistencia que opuso el anciano hombre en su intento por defenderse con la vieja pistola que portaba, desató la balacera en la que el empresario fue abatido.”

No había pasado un mes, cuando el 10 de octubre, en Guadalajara otro grupo perteneciente a la Liga Comunista 23 de Septiembre privó de la libertad al empresario Fernando Aranguren y al cónsul de la Gran Bretaña, Duncan Williams. No hubo apoyo. El gobierno mexicano se negó a negociar con la guerrilla y la respuesta fue contundente: Aranguren fue ejecutado y el diplomático liberado.

La guerra sucia que se desató a partir del 2 de octubre de 1968 dio lugar a la formación de múltiples organizaciones guerrilleras. Los rebeldes continuaron con la captura de empresarios.

En 1974 el Partido de los Pobres, encabezado por Lucio Cabañas, secuestró y dio muerte a Margarita Saad, propietaria del Hotel Las Brisas de Acapulco.

Brianda Domecq, hija de Pedro Domeqc, industrial español radicado en México, fue otra víctima más de la inseguridad. El 30 de octubre de 1978 fue secuestrada por un comando y liberada unos cuantos días después por la policía. El día de su captura los integrantes de la banda se identificaron como integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre, pero las investigaciones revelaron que se trataba de delincuentes comunes.

Brianda Domeqc reconstruye su rescate: “Fue espectacular. Agentes de la policía federal de seguridad entraron violentamente en la casa y arrestaron a quienes me vigilaban. Yo estaba dormida y ellos me despertaron. Me quitaron las vendas. Lo hacían tan de prisa que yo me resistía a que me sacaran a la calle, pues creía que eran nuevos secuestradores.”

Más historias

En las décadas de los años 80 y 90 los secuestros a empresarios no cesaron.

Así, en octubre de 1988 Fernando Senderos, presidente ejecutivo de Desc, SA de CV, fue raptado y finalmente pudo ser liberado de su cautiverio.

Después siguió el arquitecto Juan Bosco Gutiérrez Cortina, hijo de Antonio Gutiérrez Prieto, prominente industrial mexicano. Su secuestro duró nueve largos meses y terminó gracias a que, según su propia versión, logró escapar del lugar del encierro en el que lo mantuvieron sus raptores.

En 1992 Joaquín Vargas, hijo del propietario de la cadena de televisión por cable Multivisión, emisoras de radio y cadenas de restaurantes, también experimentó el secuestro al igual que Jorge Espinosa Mireles, propietario —entre otras empresas— de Printaform.

Finales del siglo XX y los casos siguieron A lo largo de los años 90 más empresarios fueron blanco del crimen organizado: el industrial minero de Durango, Emilio Gutiérrez; el banquero Eduardo Creel Cobián, del Distrito Federal, y Juan Antonio Torres Landa, de Guanajuato.

Uno de los plagios que impactó tanto a la opinión pública nacional como a la extranjera fue el perpetrado por el Ejército Popular Revolucionario —14 de marzo de 1994— en contra de Alfredo Harp Helú, presidente del consejo de administración de Banamex Accival y uno de los hombres de negocios mexicano incluido en la lista de la revista Forbes.

Fueron 106 días los que estuvo secuestrado y finalmente pudo ser liberado.

Ese mismo año fue privado de la libertad Ángel Losada, dueño en aquel entonces de la cadena de tiendas Gigante. Un año después, en 1995, José Antonio Pérez Porrúa, dueño de la editorial y librerías que llevan por nombre el segundo apellido del editor, fue plagiado.

A la lista de empresarios que vivieron en carne propia el miedo a no salir vivo del cautiverio, o bien la angustia de saber que uno de los miembros de su entorno familiar fue presa de los raptores, se suman los nombres de Eliot Margolis Freedman, director de Chrysler de México, en 1998; del industrial ferretero Jorge Sekiguchi, en 1999, por mencionar algunos más.

Pero los casos que hoy vuelven a conmocionar al país entero, incluso allende las fronteras, son los secuestros de dos jóvenes vidas, Silvia Vargas y

Fernando Martí. Hay que agregar a los hombres y mujeres del sector productivo del país, cuyos plagios permanecen en el silencio o bien no han podido ser denunciados.

Ricardo González Sada, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, explica que el plagio en contra del empresariado viene ejecutándose desde hace muchos años, pero las motivaciones han ido cambiado. Así, de los años 70 a los 80 el objetivo fue político e ideológico, a partir de los 90 el fin ha sido obtener un pago económico como rescate.

Desde su punto de vista, la comisión de este delito comenzó a intensificarse desde 1995 y hoy día existe una tendencia preocupante, además del secuestro están siendo ejecutados por miembros de los cuerpos policiales.

El líder de la Coparmex cuenta a este diario que al momento no tiene información de empresarios plagiados, aunque asegura que está creciendo la extorsión en todo el país, lo cual es preocupante.

En cambio, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, Miguel Marón Manzur, señala que tiene reportes de empresarios que han tenido problemas de secuestro, extorsión y chantaje, hechos que están ocurriendo con mayor frecuencia y provocando miedo a los sectores empresarial e industrial del país.

Este recuento fue realizado por Jorge Ramos para Excelsior a partir de información del dominio público.

Para preservar las garantías de los afectados, se reservó la publicación de datos confidenciales.

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