Desde los años 70 fuerzas subversivas iniciaron los ataques con explosivos

Por  Óscar Hernández H.

El estallido de ayer en la ciudad de México, que en opinión de El Universal iba dirigido a la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal -sin ningún sustento de por medio, por supuesto- y operado \”por el cártel de Sinaloa\”, hizo recordar los atentandos violentos de por lo menos la década de los setenta.

Desde entonces, los estallidos en el Valle de México se han escuchado fuerte, como los presentados en Plaza Universidad, el 8 de enero de 1994, donde volaron un auto en pleno estacionamiento de ese centro comercial en horas de operación. El ataque hace alusión al EZLN, pero es reivindicado por el Partido Revolucionario Obrero Campesino Unión del Pueblo (PROCUP).

El 16 de marzo de 2000, localizan dos supuestos morteros dirigidos al edificio de la PFP, ubicado sobre Periférico Sur en la colonia San Jerónimo Aculco, en Magdalena Contreras. No hacen explosión.

Los artefactos encontrados a la orilla de la presa Anzaldo eran de 60 milímetros, listos para activarse con relojes y a menos de 500 metros de distancia de las oficinas centrales de la corporación.

Diecisiete meses después, el 8 de agosto de 2001, tres artefactos de fabricación casera hacen detonación frente a sucursales de Banamex en Palmas, Calzada de Tlalpan y la colonia Bondojito, prácticamente en tríangulo en la ciudad de México.

Cinco días después son presentados a los medios de comunicación Alejandro, Héctor y Antonio Cerezo Contreras, reconocidos por el EPR como hijos de uno sus líderes, y el indígena náhuatl Pablo Alvarado Flores, supuestos responsables de las explosiones.

La acción es reivindicada por las FARP, “en protesta por la venta de Banamex al grupo financiero Citigroup”.

En ese mismo año, el denominado Comando Revolucionario del Trabajo–México Bárbaro (CRT-MB), hace detonar dos artefactos explosivos en la zona industrial del Estado de México.

El 23 de noviembre de 2003, dos agentes de la PFP son incendiados vivos y uno más severamente golpeado -quien posteriormente se recupera- a manos de varias decenas de pobladores de San Juan Ixtayopan, Tláhuac.

Meses después se diría que los oficiales linchados iban sobre la dirigencia del EPR. Se encontraban “en búsqueda de datos sobre organizaciones subversivas”, según la PFP. Y es que el máximo dirigente del EPR, Francisco Cerezo Quiroz (Tiburcio Cruz Sánchez), vivía por ese rumbo.

Es hasta noviembre de 2006, ya con Felipe Calderón como Presidente Electo, cuando los atentados con explosivos llegan a los partidos políticos. En esta ocasión toca el turno a la sede del PRI, ubicada en pleno avenida de las Insurgentes, una de las principales avenidas capitalinas y la única que cruza a la Ciudad de México de lado a lado.

Al mismo tiempo, otro artefacto estalla en las instalaciones del Tribunal Electoral, hasta el otro extremo de la metrópoli; se reporta la existencia de otro explosivo en un banco Scotiabank, el cual es desactivado.

Las acciones son reivindicada por el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MRLCB) y por Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP). Es cuando proponen un frente de organizaciones guerrilleras y le declaran la guerra a Felipe Calderón “el más represivo de la historia de México”El estallido de ayer se da a escasos días de que se cumplan nueve meses —25 de mayo— de la desaparición de dos dirigentes del Ejército Popular Revolucionario: Edmundo Reyes Amaya y Raymundo Rivera Bravo o Gabriel Alberto Cruz Sánchez.

No olvidemos que en julio de 2007, células del destacamento Francisco Javier Mina colocaron 8 cargas explosivas en los ductos de Pemex, ubicados en Celaya, Salamanca y valle de Santiago, Guanajuato y en la válvula de seccionamiento de Coroneo. El EPR se reivindicó dichos atentados e informó que lo hacía por la desaparición de sus dos dirigentes.

El 8 de noviembre de 2006 el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos dio a conocer en un comunicado que “ni refuercen la vigilancia en el Metro, nosotros jamás atentaremos contra nuestro pueblo trabajador. Jamás pondremos una bomba, ni siquiera una chinampina en un lugar donde haya pueblo. Que sean los ricos los que sientan el miedo”.

Recomiendo leer también:

Deja un comentario