Agenda CONFIDENCIAL
Luis Soto
Las marchas del sábado en todo el país, a las que acudieron cientos de miles de personas para protestar contra la violencia y exigir a los gobiernos federal, estatales y municipales, un combate efectivo a la delincuencia, nos dejó varias enseñanzas.
Entre ellas, que la sociedad civil tiene una enorme capacidad de organización; que está dispuesta a hacer la parte que le corresponde en esa lucha; que no se conforma con lamentarse de lo que le ocurre a las víctimas de los secuestros, de los asaltos, de las extorsiones, que ya está cansada de discursos y promesas. ¡Que está viva y en movimiento!
Sin embargo, lo que le faltó a las diversas manifestaciones tanto en la ciudad de México como en numerosas ciudades del país, fue una mayor participación de la población de escasos recursos. Nadie ha podido explicar o no se ha atrevido a decir cuáles pudieron ser las razones de que predominaran los integrantes de las clases media alta y alta, los ricos pues. ¿Acaso los pobres no han sido víctimas de los delincuentes organizados o desorganizados? ¿Se habrán \”acostumbrado a vivir con la delincuencia\” porque desde hace años miles de ellos son diariamente víctimas de los malhechores? ¿Son escépticos ante las numerosas promesas de las autoridades responsables quienes dicen que ahora sí \”van a dejar caer todo el peso de la ley\” en contra de los delincuentes? ¿Acaso no creerán que se acabará con la corrupción de los cuerpos policiacos, de los ministerios públicos, de los jueces y magistrados? ¿O no habrán querido marchar junto a los ricos por ese resentimiento social que muchos tienen, provocado, entre otras cosas, por la brecha de la desigualdad que lejos de reducirse se amplía cada año, cada lustro, cada década?
Probablemente para quienes nada tienen, lo prioritario no es asistir a marchas de protesta contra la delincuencia, sino la creación de empleos, más y mejores oportunidades de desarrollo; mejores salarios porque la miseria de sueldo que perciben millones de trabajadores, empleados, obreros, sólo les alcanza para mal comer, mal vestir, mal vivir, junto con sus familias. Probablemente también están decepcionados de este y de anteriores gobiernos.
Lo que vimos ayer en la avenida Reforma, en la avenida Juárez, en 5 de Mayo, en Madero, en la plancha del Zócalo y calles circunvecinas, fueron en su gran mayoría ricos, muchos ricos que en compañía de sus esposas e hijos entonaban el Himno Nacional y pedían a Marcelo Ebrard y a Felipe Calderón un México seguro, \”ni un secuestro más\”, \”si no pueden que renuncien\”; \”castigo ejemplar a los delincuentes\”, \”pena de muerte para los secuestradores, violadores y narcotraficantes\”, \”un México en paz\”.
Lo que también demostraron las marchas en el Distrito Federal y en varias ciudades del país, es que finalmente todos, pobres, ricos, millonarios, estamos desprotegidos y a merced de la delincuencia; que los escoltas, los automóviles blindados, los bunkers en donde habitan no son garantía de seguridad.
La interrogante sigue siendo: ¿las acciones que anunciaron en la \”cumbre de seguridad\” y los compromisos para combatir la delincuencia organizada y desorganizada serán suficientes? Los encargados de instrumentarlas serán suficientes? Sólo el tiempo lo dirá.