Alerta Periodística

México, secuestrado por la inseguridad

Pruebas, pruebas, pruebas

Vida nacional

Pablo Hiriart

 

Cuando se dijo que Sergio Ortiz era el líder de la banda de La Flor, que secuestró y asesinó a Fernando Martí y a Jorge Palma Lemus, desde alguna oficina del Gobierno del Distrito Federal salió una andanada de filtraciones para ganar en los medios lo que debe probarse ante un juez.

Todos queremos que se resuelvan esos indignantes crímenes, pero no se puede aceptar la fabricación de culpables para tranquilizar a la sociedad y que las autoridades salven la cara.

Pruebas, pruebas y más pruebas serán las que validen o desvanezcan las presunciones.

Hace años, un subprocurador desquiciado, inventó la “tesis” de un segundo tirador en el caso Colosio.

Se dedicó a filtrar falsedades en los medios de comunicación que, como hoy, muchos asumieron esas filtraciones como verdades porque el escándalo vendía periódicos, aumentaba las audiencias o agradaba al gobierno en turno.

El desdichado al que acusaron, pasó dos años en Almoloya, le reventaron el tímpano en las torturas, y al final lo soltaron porque no tenía nada que ver en lo que el subprocurador Chapa Bezanilla le imputaba.

Ese mismo fiscal sembró un cadáver en el jardín de su inculpado, en el caso Ruiz Massieu, para impresionar a la sociedad con su eficacia, y después de las periciales en Estados Unidos resultó que todo fue un montaje.

Ahí se acabó de hundir el sistema de procuración de justicia en el país.

Se perdió toda credibilidad y el autor principal de esos montajes fue protegido y ahora es abogado de presuntos narcotraficantes.

Los medios de comunicación, no todos, evidentemente, tuvieron gran parte de responsabilidad en la descomposición de la procuración de justicia.

Muchos medios y comunicadores fueron responsables de la pérdida de credibilidad en la justicia.

Se prestaron a publicar y difundir cuanta filtración se les enviaba, sin investigar ni checar datos.

¿Vamos a volver a esos tiempos?

¿No es eso, precisamente, lo que se busca dejar atrás?

No a la impunidad. Y no a la fabricación de culpables.

Hasta ahora no sabemos si Sergio Ortiz es el cabecilla de la banda de La Flor.

Si lo es, o tuvo participación en secuestros y asesinatos, que lo refundan en Almoloya o en Puente Grande, pero que sea con pruebas sustentadas ante un juez, y no con filtraciones a los medios que después no se pueden sostener.

¿Por qué soltaron lo del Maserati que poseía uno de sus hijos, si es mentira?

¿Por qué filtraron que había un video en que aparecía Ortiz en la negociación con un secuestrado, si es mentira?

¿Por qué filtraron datos de que habían encontrado un álbum con fotos de secuestrados y hasta del Presidente, en poder de Ortiz, si es mentira?

¿Por qué filtraron el dato de la enorme riqueza de Ortiz y su familia, si es mentira?

¿Por qué filtraron la foto de Ortiz con su esposa e hijos, si contra estos últimos no hay acusación alguna y el menor de ellos ya perdió el empleo?

Marcelo Ebrard dijo que el movimiento del dinero, en el caso de esta persona Sergio Ortiz, es “una trama financiera muy interesante”.

¿Cuál es esa trama? ¿Se vale anunciarlo a la opinión pública y no decir por qué?

A los pocos días del fatídico desenlace del caso del joven Martí, se capturó a un comandante en jefe de la Policía Judicial del Distrito Federal, José Luis Romero Ángel, como presunto autor del secuestro y asesinato del joven Fernando y su chofer, Jorge Palma Lemus.

Así se manejó en los medios y, en lo personal, no recuerdo un desmentido del gobierno capitalino sobre el caso.

Ahora se nos dice que Romero Ángel no está involucrado en el secuestro del que antes se le señalaba como autor intelectual.

Todo flota en un mar de dudas.

¿Se está protegiendo a Romero Ángel, como se protegió a los altos mandos involucrados en el crimen de nueve jóvenes y adolescentes en el caso News Divine?

Si se formulan preguntas como la anterior, no es con el ánimo de confundir, sino de aclarar un tema extremadamente delicado.

Ya son muchos años que en torno a asesinatos y secuestros se teje una nebulosa gris por donde se escapa la verdad.

En lo personal, creo en la honestidad de Marcelo Ebrard y del procurador Mancera en estos menesteres.

Pero nada garantiza que no estén rodeados de mafias que anidan ahí desde hace años y se protegen entre ellas.

Por esa razón es muy posible que el gobierno federal se haya precipitado en felicitar a la administración capitalina por el “hallazgo” del líder de la banda de La Flor.

Debió esperarse a las pruebas.

La sociedad también. Pruebas, pruebas, pruebas.

Cuando se dijo que Sergio Ortiz era el líder de la banda de La Flor, que secuestró y asesinó a Fernando Martí y a Jorge Palma Lemus, desde alguna oficina del Gobierno del Distrito Federal salió una andanada de filtraciones para ganar en los medios lo que debe probarse ante un juez.

Todos queremos que se resuelvan esos indignantes crímenes, pero no se puede aceptar la fabricación de culpables para tranquilizar a la sociedad y que las autoridades salven la cara.

Pruebas, pruebas y más pruebas serán las que validen o desvanezcan las presunciones.

Hace años, un subprocurador desquiciado, inventó la “tesis” de un segundo tirador en el caso Colosio.

Se dedicó a filtrar falsedades en los medios de comunicación que, como hoy, muchos asumieron esas filtraciones como verdades porque el escándalo vendía periódicos, aumentaba las audiencias o agradaba al gobierno en turno.

El desdichado al que acusaron, pasó dos años en Almoloya, le reventaron el tímpano en las torturas, y al final lo soltaron porque no tenía nada que ver en lo que el subprocurador Chapa Bezanilla le imputaba.

Ese mismo fiscal sembró un cadáver en el jardín de su inculpado, en el caso Ruiz Massieu, para impresionar a la sociedad con su eficacia, y después de las periciales en Estados Unidos resultó que todo fue un montaje.

Ahí se acabó de hundir el sistema de procuración de justicia en el país.

Se perdió toda credibilidad y el autor principal de esos montajes fue protegido y ahora es abogado de presuntos narcotraficantes.

Los medios de comunicación, no todos, evidentemente, tuvieron gran parte de responsabilidad en la descomposición de la procuración de justicia.

Muchos medios y comunicadores fueron responsables de la pérdida de credibilidad en la justicia.

Se prestaron a publicar y difundir cuanta filtración se les enviaba, sin investigar ni checar datos.

¿Vamos a volver a esos tiempos?

¿No es eso, precisamente, los que se busca dejar atrás?

No a la impunidad. Y no a la fabricación de culpables.

Hasta ahora no sabemos si Sergio Ortiz es el cabecilla de la banda de La Flor.

Si lo es, o tuvo participación en secuestros y asesinatos, que lo refundan en Almoloya o en Puente Grande, pero que sea con pruebas sustentadas ante un juez, y no con filtraciones a los medios que después no se pueden sostener.

¿Por qué soltaron lo del Maseratti que poseía uno de sus hijos, si es mentira?

¿Por qué filtraron que había un video en que aparecía Ortiz en la negociación con un secuestrado, si es mentira?

¿Por qué filtraron datos de que habían encontrado un álbum con fotos de secuestrados y hasta del Presidente, en poder de Ortiz, si es mentira?

¿Por qué filtraron el dato de la enorme riqueza de Ortiz y su familia, si es mentira?

¿Por qué filtraron la foto de Ortiz con su esposa e hijos, si contra estos últimos no hay acusación alguna y el menor de ellos ya perdió el empleo?

Marcelo Ebrard dijo que el movimiento del dinero, en el caso de esta persona Sergio Ortiz, es “una trama financiera muy interesante”.

¿Cuál es esa trama? ¿Se vale anunciarlo a la opinión pública y no decir por qué?

A los pocos días del fatídico desenlace del caso del joven Martí, se capturó a un comandante en jefe de la Policía Judicial del Distrito Federal, José Luis Romero Ángel, como presunto autor del secuestro y asesinato del joven Fernando y su chofer, Jorge Palma Lemus.

Así se manejó en los medios y, en lo personal, no recuerdo un desmentido del gobierno capitalino sobre el caso.

Ahora se nos dice que Romero Ángel no está involucrado en el secuestro del que antes se le señalaba como autor intelectual.

Todo flota en un mar de dudas.

¿Se está protegiendo a Romero Ángel, como se protegió a los altos mandos involucrados en el crimen de nueve jóvenes y adolescentes en el caso News Divine?

Si se formulan preguntas como la anterior, no es con el ánimo de confundir, sino de aclarar un tema extremadamente delicado.

Ya son muchos años que en torno a asesinatos y secuestros se teje una nebulosa gris por donde se escapa la verdad.

En lo personal, creo en la honestidad de Marcelo Ebrard y del procurador Mancera en estos menesteres.

Pero nada garantiza que no estén rodeados de mafias que anidan ahí desde hace años y se protegen entre ellas.

Por esa razón es muy posible que el gobierno federal se haya precipitado en felicitar a la administración capitalina por el “hallazgo” del líder de la banda de La Flor.

Debió esperarse a las pruebas.

La sociedad también. Pruebas, pruebas, pruebas.

2 comments
ANDRES

Que poca tienes, mira que defender a unos mounstruos asesinos, segun tu son unas blancas palomitas ojala nunca tengas que sufrir en carne propia un secuestro y sepas lo que se siente con estas bestias desalmadas

Por la Verdad

Felicidades señor Hiriart, no defiendo a nadie, sino a la sensatéz de lo que estamos viendo, y las cosas no se ven muy claras en esto, me huele mal…

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