Cuando uno cree que la muerte es una forma de vida y le importa más una joya, que bien puede convertirse en armas o en millones de pesos, que su propia sobrevivencia o la de los seres humanos, pasa a formar parte del gremio de los insensibles y lo convierte en un moustro andante de la delincuencia organizada.
De esta manera podrÃamos resumir el drama que se crea en torno a los \”diamantes de sangre\” o los diamantes ensangrentados como le llaman la ONU o AnmistÃa Internacional.
La pelÃcula que ahora se exhibe en las salas de varios paÃses del mundo revela la sangrienta lucha que en los paÃses africanos se dio por allá de los años 90.
De acuerdo con datos proporcionados por AmnistÃa Internacional, en Angola, la República Democrática del Congo, Liberia y Sierra Leona han muerto en conflictos, resultado de la lucha por los diamantes, 3,7 millones de personas.
El film, que protagonizan Leonardo DiCaprio y Djimon Hounsou, es cruel, seco, duro, sangriento, pero muestra la realidad que se vive o vivió en esas zonas del continente africano.
Ver como los niños son utilizados como carne de cañón, pero sobre todo, como elementos de conflicto; manipulados a tal grado, que son capaces de matar a sus seres más queridos, es aterrador.
En el conflicto en Sierra Leona, quizá la parte más dura de la batalla por alcanzar las gemas preciadas, murieron violentamente más de 50.000 personas, más de dos millones se vieron desplazadas dentro del paÃs o se convirtieron en refugiados en otros paÃses, y miles fueron vÃctimas de mutilaciones, violación o tortura. Hoy dÃa, Sierra Leona está todavÃa recuperándose de las consecuencias del conflicto.
Por ello, en 2003, se creo el Proceso de Kimberley, el cual busca poner un freno a la venta de diamantes provenientes de zonas de conflicto.
Las directrices del Acuerdo Kimberley entraron en vigor el 31 de julio de 2003 y gracias a este sistema de vigilancia se espera reducir el tráfico mundial de los denominados diamantes bañados de sangre.
En total, en el año 2003, la Confederación Helvética importó diamantes por un valor estimado de 460 millones de dólares.
AmnistÃa Internacional, y Globbal Witnes, organismos civiles, se han encargado de realizar una estrecha vigilancia y supervisión y luchan por abatir el tráfico de estas joyas en la medida de los posible.
Han realizado estudios y encuestas con vendedores de diamante en paÃses como Gran Bretaña y Estados Unidos y han demostrado que esas dos naciones siguen violando los acuerdos de Kimberley, ya que la mayor parte de los negocios desconocen de las garantÃas que deben existir para no vender estas preciadas gemas, si las mismas provienen de paÃses africanos.