Errores criminales

Alberto Burgos / Perionotas.-

Con la explicación de Marcelo Ebrard, el Jefe de Gobierno de la ciudad de México, sobre el desastroso operativo en un tugurio repleto de jóvenes y adolescentes, que provocó la muerte de doce personas, entre antreros y policías, viene a la mente la frase clásica de Talleyrand: la zacapela de la Nueva Atzacoalco resultó algo peor que un crimen, fue un error.

Pero no se trata de un error aislado, es la expresión emblemática no sólo de la torpeza e impreparación policíaca, sino de la incapacidad del gobierno capitalino para lidiar con la mafia que regentea la venta de drogas y de alcohol a menores.

Las redes de corrupción que desde siempre han existido, se han extendido y fortalecido en la última década en la ciudad de México, y a su amparo los encargados de otorgar permisos y realizar verificaciones le dan legalidad y viabilidad a negocios que no cumplen con los mínimos requerimientos de seguridad.

Sólo las grandes tragedias llaman la atención de manera episódica sobre ese tema. Hace ocho años fue el Lobohombo; ahora el News Divine. La diferencia esta vez es que la causa inmediata de la catástrofe es precisamente la intervención de las fuerzas de seguridad –así se les llama.

En una ciudad con graves problemas de todo orden que día con día deterioran la calidad de vida que alguna época tuvo, el resultado del operativo sangriento es terrible para la administración capitalina.

Sobre todo, porque uno de sus sellos distintivos ha sido distraer la atención de otros graves males haciendo el foco de su atención la persecución de borrachines en los cruceros y fumadores en los restaurantes.

Así, la falta de empleo y de opciones de vida para una juventud sin futuro, la inseguridad en las calles, o la falta de un transporte decente para millones, pueden ponerse en un segundo plano, a falta de soluciones.

Ahora, una acción ruda de una policía que no es profesional ni sabe distinguir delincuentes, termina en un saldo sin sentido de cadáveres y heridos.

Lo realmente patético es que nada cambiará luego de esta tragedia.

Habrá un chivo expiatorio, que seguramente será el jefe del operativo; tendremos un empresario menos de la mafia de los antros, y después todo volverá a ser igual.

¿Cuántos antros más de ese tipo hay en la ciudad de México? Cientos, tal vez miles, y todos operan con base en la mordida y las cuotas a policías, inspectores y funcionarios de las delegaciones.

Así ha sido y así seguirá siendo.

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