Por Óscar Hernández
Viven en casas de bolsa de plático, allá a un lado del Monumento a Francisco Zarco, junto al metro Hidalgo, ahí donde el frío ya cala por la noche, pero sobre todo en la madrugada.
Son aquellos jóvenes que un día tuvieron la esperanza de vivir en mejores condiciones, de recibir una casa donde alojarse, de trabajar en Guanajuato, en San Francisco del Rincón, en el Rancho más famoso de los últimos seis o doce años, en el Rancho San Cristobal.
Son jóvenes que recibieron una promesa a principio del sexenio que ya termina, éste que Manuel Bartlett, como muchos mexicanos, describen como el gobierno de Foxilandia; aquellos que entregaron a ese que parecía ser su amigo un décalogo del Presidente que incluye normas como nunca hagas promesas falsas.
Daniela Rea, publica en el periódico Reforma una amplia información, donde describe la vida actual de esos muchachos que el primero de diciembre de 2000 desayunaron con quien gobernaría México durante los siguientes seis años;
Esos niños que asistieron a la reunión donde compartieron los tamales y el atole con el recién ungido Presidente de la República, Vicente Fox, su vocera en aquel entonces, Martha Sahagún y el cantante y ecologista Emmanuel.
Se trata de esos chicos de la calle, que en aquellos años de principios del nuevo milenio, habitaban, por así decirlo, en el callejón Libertad, ese lugar que ya no visitan y que en la esquina anuncia en grandes letras lo que realmente significa la zona: Callejón Libertad, zona de guerra.
Chavos, los que viven, que ahora se lamentan: Fox dijo que era nuestro amigo, nomás que no pudo volver; una expresión, quizá, resultado de su inocencia frente al poder.
Jóvenes de ayer, padres ahora, que escuchan la justificación del vocero presidencial, Rubén Aguilar Valenzuela, frente a ese abandono y que él llama reflejo de todo lo que hay que hacer para resolver el problema y responsabilidad del conjunto social, pero que nunca deja entrever una explicación de porque el Presidente, que en 14 días más deja el gobierno, no cumplió esta promesa, como muchas otras.
El Media Vida, Jovani, y Landy son algunos de ellos que todavía están para contarlo; no así el Jarocho, que está preso; La Dálmata y El Puerquito, que ya murieron.
Fueron seis años para ellos en que permancieron en su realidad, sumidos en las drogas, en el abandono, en la mendicidad, en el trabajo de esquina, de limpiaparabrisas; un sexenio durante el cual tal vez nunca confiaron en las palabras del entonces llegado a la silla presidencial, del que prometía una política de apego a los pobres y de ayuda a los más necesitados, que sólo terminó en una cantaleta de todos los días, abusando de su programa, quizás el único, de éxito, como fue y ha sido Oportunidades.
Chavos, que cuando son reconocidos, son llamados los hijos de Fox, ellos que fueron adoptados en un principio, pero olvidados al día siguiente. Estos no corrieron la misma suerte que Ana Cristina, Paulina y Rodrigo, ellos simplemente sucumbieron ante la realidad que vive el país: la miseria, la indiferencia, la pobreza y la drogadicción.
Vidas perdidas: seis años después
Estos niños de la calle desayunaron con Vicente Fox el día de su toma de posesión, y éste les prometió ayudarlos. Seis años después, las drogas y el abandono en el que vivían los han arrastrado a la violencia y la muerte.
El \”Media Vida\”
Drogadicto
Tiene 22 años y trabaja lavando puestos ambulantes. De los 25 pesos que gana al día, 15 los usa para comprar thinner.
\”Puerquito\”
Muerto
El niño al que Fox le enseñó a hacer la señal de la \”V\” fue atropellado una madrugada hace tres años. Estaba drogado.
Jovanni
Padre golpeador
Tiene 22 años y dos hijos con dos mujeres. No ve a ninguno porque sus parejas lo dejaron por golpearlas.
El \”Jarocho\”
Desaparecido
Se perdió hace tres años, y nadie sabe dónde pueda estar.
La \”Dálmata\”
Muerta
Se prostituía para comer, y sus compañeros dicen que murió de sida.
Erase una vez en un pais maravilloso donde todos los hogares tenian ya una lavadora ( Y no de dos patas sino mecanicas…)
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