Salvador García Soto
Serpientes y Escaleras
05 de julio de 2008
Cuando Manlio Fabio Beltrones dice que lo espiaron y habla de la “basura” que hay en un documento —presuntamente del gobierno— que alguien le filtró, hay que creerle.
Lo que hizo Beltrones fue una cátedra de cómo desarmar a un gobierno que no sabe que para que la “inteligencia” funcione debe empezar por ser inteligente y discreta.
Cuando Manlio Fabio Beltrones dice que lo espiaron y habla de la “basura” que hay en un documento —presuntamente del gobierno— que alguien le filtró, hay que creerle. Pocos políticos, como el senador y ex gobernador sonorense, conocen tan bien y desde dentro el tema del espionaje político en cualquiera de sus dos usos comunes: como instrumento de inteligencia para la seguridad nacional o como método de seguimiento, control y golpeteo a los adversarios políticos.
Formado en la vieja escuela de la seguridad nacional, alumno predilecto de Fernando Gutiérrez Barrios, Beltrones demostró esta semana que no sólo es el experimentado y astuto operador político que, desde el Senado, teje y amplía cada vez más sus redes políticas en todos los ámbitos y se ha colocado ya como el jefe del PRI con quien está obligado a negociar el Presidente; además, confirmó que la tónica de la negociación y el techo los pone él. O lo que es lo mismo, que es más fácil que negocien a partir de sus condiciones a que busquen doblegarlo con presiones y chantajes.
Todavía hay quien duda si su declaración de esta semana no fue una hábil maniobra para “vacunarse” contra una estrategia del gobierno calderonista para desacreditarlo y obligarlo así a bajar el costo de los acuerdos con él. Pero, como haya sido, lo que hizo Beltrones esta semana fue una cátedra de cómo desarmar y desnudar a un gobierno que actuó torpemente y que no sabe que para que la “inteligencia” funcione, con todo y sus métodos de espionaje desde siempre utilizados, debe empezar por ser inteligente y discreta.
Además, Manlio mostró que mantiene intactas sus redes dentro de los órganos oficiales de inteligencia. ¿O de dónde más pudo haber salido el documento que el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, desconoce como oficial?
La tibia respuesta que ha dado el gobierno federal a la denuncia de Manlio Fabio indica que, o efectivamente intentaban revivir la escuela “Gutiérrez Barrios” y espiaban al presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado y a otros congresistas y políticos, o no supieron responder a la maniobra con la que Beltrones les tomó la delantera y les anuló su estrategia para presionar a los priístas a que le den los votos que necesita —“sólo 12”, dijo Gustavo Madero— a la reforma energética de Calderón.
En todo caso, haya sido a través del Cisen, del área de inteligencia de la PFP o las áreas de seguridad del Ejército, si el gobierno pretendía “doblar” a Manlio Fabio Beltrones con un simple espionaje para detectar sus “vulnerabilidades”, debieron tomar en cuenta con quién se metían. Porque, dicho coloquialmente, o pecaron de torpes o de ingenuos si creyeron que le podían vender chiles al señor Herdez.