Por Óscar Hernández H.¡Sí se pudo!, ¡Sí se pudo!, ¡Sí se pudo!
Así fue como los panistas sellaron lo que puede calificarse como un triunfo sobre sus opositores del PRD, los guerreros de la mañana, al conseguir que se cumpliera con la ceremonia de rendición de protesta de quien a partir de este momento es el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos: Felipe Calderón Hinojosa.
Es cierto, tuvo que entrar por la puerta de Tras Banderas, sólo leer el texto establecido para tal efecto en la Carta Magna y en medio de un tumulto de panistas y elementos de seguridad que resguardaban el entorno de la mesa directiva.
Sólo tres minutos duró el evento. La desorganización fue tal que el Presidente saliente, Vicente Fox, comenzó a desdoblar la banda presidencial y parecía que se la pondría a Felipe Calderón.
Fue precisamente el nuevo mandatario quien le hizo la seña de que le pasara la banda al Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Jorge Zermeño, quien la recibió e imediatamente la entregó a Calderón Hinojosa.
El legislador no se la colocó al Presidente de México; tuvo que hacerlo el propio Jefe del Ejecutivo e imediatamente saludar y agradecer con las manos y un gesto de felicidad a los asistentes al Congreso de la Unión.
Abajo, en medio de las cururles, el coordinador de la fracción del PAN, Santiago Creel Miranda, hacía señas al diputado Zermeño. Le pedía que apurara las cosas e incluso después de entregada la banda y la rendición de protesta, se vió como le pedía con una seña con los brazos que diera por terminada la sesión.Felipe Calderón entregó un papel al presidente de la Mesa Directiva, tal vez lo que hubiera sido su discurso y que no pudo pronunciar por las condiciones en el seno del salón de sesiones.
Chiflidos, gritos, pitillos, aplausos, porras, de todo hubo, pero la ceremonia se llevó a cabo.
Sólo un momento permitió que todas las bancadas, los asistentes, los invitados se unieran en un sólo cántico.
El Himno Nacional fue entonado por todos, porque por lo menos a los Símbolos Patrios parece que los perredistas sí los respetan.
Los intentos de quienes han sido calificados como los guerreros del Palacio Legislativo por cerrar todos los accesos a la Cámara para romper el quorum y así no se llevara a cabo la ceremonia no tuvieron éxito.
Ni los golpes a las ocho en punto de la mañana, ni el maltrato a las sillas que ocuparían los integrantes de los gabinetes, tanto el saliente como el entrante, sirvieron para impedir que el Presidente Electo y el ex mandatario llegaran a la máxima tribuna de la Nación y cumplieran con este acto protocolario y constitucional.
No hubo orden.
Los secretarios de Estado llegaron. Los Invitados de honor arribaron al lugar, pero los primeros no pudieron sentarse en los lugares que debieron estar dispuestos para ellos.
En la Tibuna, en calma y pausadamente, el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, Manlio Favio Beltrones, pidió a la diputada perredista Ruth Zavaleta que le permitiera ocupar el lugar que le corresponde en la Tribuna, sin más la legisladora aceptó y se retiró del lugar.
Pareció que los perredistas se rendían ante el embate de los panistas o que había finalmente acuerdos, por lo menos de no agresión, y el ingreso de los priistas, el que trataron de evitar con el cierre de los accesos. Fueron derrotados una vez más.
Los mandatarios mexicanos, el saliente y el entrante arribaron sorpresivamente a la tribuna por la puerta que se encuentra precisamente detrás de las Banderas, de esos grandes lábaros patrios a espaldas de la mesa de gobierno.
Cuando todos se preguntaban si lo lograría. Cuando la señal oficial de televisión, en cadena nacional mantenía a sus dos conductores en pantalla, los presidentes ya estaban en el lugar para sellar la ceremonia constitucional.
En tanto, Andrés Manuel López Obrador continuaba en su necedad. Marchaba del Zócalo al Auditorio Nacional, aún cuando apenas logró juntar en la plancha central a un máximo de cinco mil personas, quizá porque ya fastidió a las multitudes que lo seguían. Tampoco logró su objetivo de llegar a este centro de espectáculos. Sus acciones parecen ya no tener eco.
Finalmente la ceremonia se cumplió. y como gritaron los representantes del PAN: ¡Sí se pudo!