Alerta Periodística

México, secuestrado por la inseguridad

Aristegui generaba irritación en los Pinos: Granados Chapa

Al hablar de la salida de Carmen Aristegui, hacía yo referencia a la forma en que Miguel Ángel Granados Chapa se refería a \”la periodista más completa de los medios electrónicos\”, ahora en su conocida Plaza Pública que publica en el periódico Reforma, el amigo de Aristegui le da un nuevo espaldarazo y cuestiona la libertad de expresión en México. Aquí puede leer parte de esa columna política publicada en el diario este domingo.

PLAZA PÚBLICA /
Por la libertad de expresión

Miguel Ángel Granados Chapa.-

Al silenciar a Aristegui, los consorcios que manejan la XEW asestaron un golpe a la libertad de expresión en México. Sabido es que en las oficinas de la Presidencia la conducta de la comunicadora generaba irritación

El 1o. de noviembre de 2002, un badulaque impidió a Carmen Aristegui transmitir el noticiario del mediodía, del que ella era responsable en el Grupo Imagen. Culminó así, con la salida de los dos primeros, un litigio en que Carmen y Javier Solórzano, por un lado, y Pedro Ferríz de Con, por el otro, sostuvieron visiones encontradas sobre el trabajo informativo que desarrollaban juntos desde años atrás.

Un motivo semejante, incompatibilidad entre concepciones editoriales, ha sido invocado para explicar por qué la periodista más completa de los medios electrónicos dejó de conducir, a partir de anteayer viernes, la emisión matutina del noticiario Hoy por hoy, que transmite XEW. La empresa que maneja esa emisora pionera en el cuadrante explicó que \”no hubo posibilidad de un acuerdo… para incorporar a Carmen Aristegui\” a un \”nuevo modelo de organización y trabajo que se viene implantando en W radio\”, \”basado en el trabajo en equipo y el derecho a la información plural\”.

Nadie creerá, sin embargo, que la autora de Uno de dos (un libro que recoge sus entrevistas con Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador) es renuente al \”trabajo en equipo\” y no ejerce \”el derecho a la información plural\”. Por lo contrario, a lo largo de su carrera ha mostrado su apego a principios profesionales como ésos, que en el último lustro, y especialmente desde que le fue confiado el noticiario matutino se hicieron más perceptibles que nunca y la colocaron en un lugar de privilegio en la información radial mañanera. Y es que, como nadie en los medios electrónicos, Carmen Aristegui encaró con dignidad y acusado profesionalismo los dilemas que ha planteado la crispación social presente en México desde 2005. Para los intereses dominantes en la comunicación y el poder político, la gallarda posición y la radical independencia de la periodista resultaban, ésas sí, incompatibles con su propósito de alinear la información de gran alcance a una visión conformista de lo que ocurre en nuestro país.

Disfrazado de un diferendo meramente contractual, al silenciar a Carmen Aristegui los consorcios que manejan la W asestaron un golpe a la libertad de expresión en México. No resulta extraña esa conducta en Televisa, la parte local del acuerdo sobre el que opera la emisora fundada en 1930. Pero contradice abiertamente los principios que permitieron el desarrollo de El País, primera piedra del sólido edificio que es hoy Prisa -la parte española de tal acuerdo-, un diario que desde el temprano posfranquismo ha probado que las libertades de prensa y de empresa no sólo no se excluyen sino que se complementan.

A primera vista, el alineamiento de Prisa con su socio mexicano parece una mala decisión de negocios, pues ninguna empresa se deshace de uno de sus activos principales (lo que es admitido por la X, que reconoce \”la dedicación y profesionalismo\” de la conductora a la que despide, lo mismo que agradece su \”trabajo y calidad profesional\”). Sin embargo, tal vez se trata de una decisión estratégica, encaminada a fortalecer la posición del consorcio de la familia Polanco ante el gobierno mexicano, en la misma dirección que lo llevó a contratar los servicios de José Ignacio Zavala, cuñado del presidente Calderón. En la oficina presidencial generaba irritación creciente la conducta de la comunicadora, de la que torpemente se esperaba una actitud solidaria como si el antiguo partido de oposición, que necesitó y obtuvo de ella espacios para su desarrollo, fuera el mismo partido que hoy está en el poder.

El mismo día en que concluyó su trabajo en XEW, Carmen Aristegui instaba en su artículo del diario Reforma a un grupo de intelectuales a identificar con mayor acierto las fuentes y la naturaleza de los riesgos que acechan a la libertad de expresión. Es de esperarse que, al menos respecto del que al actualizarse ha acallado a la periodista en su ejercicio radiofónico, esos intelectuales tengan una palabra que decir, como la que han expresado en su enfoque, en mi opinión errado, sobre una de las consecuencias de la reforma electoral aprobada el año pasado con asentimiento casi general.

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