Diego Rivera sí trató el tema religioso

Documentos inéditos que serán presentados en una exposición que se inaugura el próximo 21 de noviembre en el Museo que lleva su nombre, ponen de relieve la abismal distancia que hay entre el Diego Rivera niño, joven y adulto, a través de su obra. Con la intención de no alterar nada de lo escrito por su autora, presentamos aquí un artículo que Milenio.com presenta sobre lo que llaman El Cuaderno de Riego Rivera.

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Por Patricia Ruiz

Milenio.com

MéxicoLos trazos iniciales de Diego Rivera fueron descubiertos recientemente en una libreta de apuntes de 29 páginas que se va a exhibir por primera vez en la conmemoración del 50 aniversario del fallecimiento del pintor en el museo que alberga su obra más famosa, Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.

El cuaderno quedó en manos de sus tías de Querétaro, y así se conservó. Su contenido es diverso, pero destaca algo insólito en el pintor. Por primera y única vez trató el tema religioso, con varias representaciones de Cristo y los 14 episodios del vía crucis.

Diego era apenas un adolescente e incipiente pintor cuando utilizó una regla para delinear la cruz que carga el Cristo. Estaba muy lejano el escandaloso episodio que protagonizaría años después cuando escribió la frase “Dios no existe” en el mural de Sueño de una tarde dominical…que pintó en el salón Versalles del Hotel del Prado en 1947.

Sus detractores de ultraderecha tachonearon la frase que había expresado por primera vez, años atrás, Ignacio Ramírez El Nigromante y Rivera se vio obligado a desaparecerla de su obra más célebre.

No será el único objeto inédito que Carmen Gaitán, la directora del Museo Mural Diego Rivera, habrá de exhibir en los próximos días cuando el genial Rivera estará en boca de todos por cumplirse su aniversario luctuoso (falleció el 25 de noviembre de 1957). Hay otra libreta de viaje no conocida hasta hoy, en la que a sus 21 años bosquejó a lápiz los temas que años después iba a retomar en sus cuadros y murales más conocidos.

Por el año de 1907, cuando obtuvo una beca para estudiar en el extranjero, dejó México para inscribirse en la escuela de San Fernando, en Madrid. En las horas de ocio, dibujó las estampas de la travesía: un elegante viajero mareado, una mujer gorda y platicadora, las velas y los barcos en alta mar.

Y hay otra joya de Diego. “Sobre el hombro de un varón, dibujó las manos entrelazadas que muchos años después retomó en el cuadro de Guadalupe Marín en el que exhibe un vestido blanco y, en primer plano, están esas manos”, nos comentó Carmen Gaitán.

El hallazgo

Fue Gaitán la que indagó, rastreó y finalmente consiguió estos testimonios inéditos, en una labor que ella misma define de detectivesca. Hace cinco meses, fue nombrada directora del Museo Mural Diego Rivera y al aproximarse el 25 de noviembre, fecha de la muerte del pintor, preguntó a Guadalupe Rivera qué plus se le podría imprimir al homenaje luctuoso que preparaba de este artista mexicano que mucho pintó.

La hija de Diego le hizo la revelación. Guardaba una libreta de apuntes que hace tres años le dio generosamente Genaro Borrego Estrada. El político zacatecano tiene familiares en Querétaro, el estado que visitó Diego Rivera a los diez, doce y catorce años de edad, para vacacionar en la casa de sus tías paternas. Y esos familiares conservaron la libreta que tiene dimensiones de 24 centímetros de largo por 18 centímetros de ancho.

La directora del Museo Mural contrató a la investigadora Susana Pliego, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, para profundizar en el contenido de este hallazgo.

“Se ve que la libreta la usó en varios momentos. Puede ser que la haya empezado cuando tenía doce años, tal vez quince, porque va soltando el lápiz en sus bocetos de figuras, formas y anaqueles. No olvidemos que Rivera tenía diez años cuando ya estaba en la Academia de Bellas Artes de San Carlos con una beca otorgada por la Secretaría de Educación”, nos describió Gaitán. Fue ahí a donde conoció al paisajista José María Velasco.

“En esos viajes constantes a Querétaro debe haber tenido contacto con algún cura, porque dibujó a lápiz a Cristo y las catorce estaciones del vía crucis, lo que llama mucho la atención, porque en su obra no encontramos Cristos representados, ni pasiones, ni vírgenes”.

Además, nos amplió Gaitán, en esa libreta Rivera trazó la primera idea del Cosmos que muchos años después plasmaría en el Palacio de Bellas Artes, un rombo con su parte ascendente en forma de nube en espiral.

La exposición que se inaugurará el 21 de noviembre, fue bautizada por la hija del artista guanajuatense, Guadalupe Rivera, como “Nacimiento de un pintor”.

El coleccionista anónimo

Una noche, durante la sobremesa, Carmen Gaitán platicaba con un coleccionista sobre los planes para impulsar al Museo Mural Diego Rivera —sitio que permaneció en la penumbra durante el sexenio foxista— en vísperas del aniversario luctuoso del personaje mexicanos.

Se enteró que había otro coleccionista de arte que tenía entre sus tesoros una libreta de viaje de Diego, nunca antes exhibida. Obtuvo el permiso de préstamo para incorporarla como la segunda joya de la exposición.

Gaitán obtuvo una tercera libreta de un coleccionista más de José María Velasco, en la que pintó entre los años 1903, 1904, dibujos de Chapultepec y escribió otros apuntes en caligrafía. En la libreta de Diego de su adolescencia no hay caligrafía. Sólo una dirección anotada al reverso. Algunos de sus dibujos llevan su firma.

Las tres obras inéditas están muy bien conservadas. Cuando Carmen Gaitán las miró por primera vez, recibió un impacto en el plexo, algo así como una insólita emoción por tales hallazgos y la belleza de sus trazos.

Hilos de níquel

El artista Luciano Matus fue convocado para participar en esta exhibición, para hacer una original presentación de los facsímiles de la libreta que pertenece a Guadalupe Rivera. Están sostenidos por hilos de níquel. Y esto lo podrán apreciar los visitantes de la exposición cuando ingresen al Museo Mural Diego Rivera.

Frente a este espacio, se encuentra el gran salón donde permanece el mural de Sueño de una tarde dominical en la alameda. Carmen Gaitán remozó el salón para dar justa dimensión y valor a esta obra que logró sobrevivir a los sismos de 1985 tras su permanencia de 40 años en ese hotel que se demolió.Los jóvenes artistas participarán con diversas intervenciones museográfica —como la de Matus— y así “entrar en diálogo” con Diego Rivera.

En las escaleras los visitantes podrán admirar fotografías del pintor, en San Carlos y obras de los maestros de Rivera —Velasco fue uno de ellos— y sus contemporáneos, como Roberto Garduño. Al final de la exposición se admirará su primera libreta de viaje.

Mural de sueño

El mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central se salvó milagrosamente, durante los sismos de 1985.

En un alarde técnico de ingeniería, el traslado del mural de 70 metros cuadrados y 70 toneladas de peso se realizó el 14 de diciembre de 1986.Desde 1988, el mural se exhibe en lo que fue estacionamiento del desaparecido hotel Regis, a un costado de la Alameda Central.


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