Un poderoso cártel del narcotráfico paga a periodistas en el norte de México para que actúen como espías y disminuyan la cobertura de un alza en los asesinatos cerca de la frontera con Estados Unidos, en el más reciente ataque a los medios en México.
De acuerdo con información de agencia española Reuters, reproducida por el periódico la Jornada, sicarios del cártel del Golfo en la frontera con Texas pagan unos 500 dólares al mes a los periodistas y les obsequian licor y prostitutas para que intimiden y silencien a sus colegas de radios y periódicos cerca del área de Laredo y Brownsville, según editores y periodistas.
Hace unas tres semanas se inició una guerra por territorios alrededor de la ciudad industrial de Reynosa, pero la violencia casi no ha sido reportada pese a que ha habido más de 100 muertes, en un bloqueo noticioso hecho evidente por la intensa cobertura de eventos similares en otras regiones del país.
En todo México han muerto casi 19 mil personas a causa de la violencia del narcotráfico desde que el presidente Felipe Calderón subió al poder en 2006 y lanzó una campaña militar y policial contra los cárteles.
Por años, mal pagados reporteros mexicanos han sido obligados a veces por sicarios a aceptar dinero para escribir favorablemente sobre los traficantes o no reportar muertes, pero el cártel del Golfo parece ser capaz ahora de silenciar casi del todo los reportes de violencia en la zona.
Algunos periodistas en diarios como El Mañana y La Prensa dicen que tienen poca elección.
"Nuestras redacciones han sido infiltradas por esos reporteros, monitorean lo que escribimos, saben dónde vivimos. Con este sistema, los narcos tienen un control directo sobre nosotros", dijo el editor de un diario local que pidió el anonimato para proteger su seguridad.
Muchos de los periodistas a sueldo no lo ocultan y se les ve llegar a conferencias de prensa en costosos coches todoterreno, acompañados de hombres armados, frecuentemente para evitar que se divulguen noticias sobre asesinatos.
Un reportero en el pueblo fronterizo de Nuevo Progreso dijo que su trabajo incluye tomar dinero de policías corruptos a sueldo del cártel del Golfo y distribuirlo a los reporteros.
Otros, detenidos en puntos de revisión, han tenido que explicar cientos de dólares en sus billeteras, cuando la mayoría de los periodistas gana menos de 400 dólares al mes.
Los directores de El Mañana y La Prensa de Reynosa no estuvieron disponibles de inmediato para comentar.
Aquí no pasa nada
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) con sede en Estados Unidos, dijo que está al tanto de que algunos periodistas trabajan para el narco.
"Sabemos que está pasando. Es consecuencia de la enorme influencia que ejercen estos criminales", dijo Carlos Lauría, coordinador del CPJ para las Américas.
Los residentes de Reynosa y sus alrededores han recurrido a las redes sociales como Facebook, Twitter y Youtube, donde suben videos tomados con sus celulares y reportan actividades sospechosas en un intento por informar del brote de violencia.
"Uno de los derechos humanos fundamentales ha sido arrebatado en esta parte de México y el Gobierno federal no dice nada", dijo el analista de seguridad independiente Alberto Islas, en Ciudad de México.
Algunos reporteros honestos prefieren no reportar la violencia, preocupados por su seguridad. Los ataques de los narcotraficantes han hecho de México uno de los países más peligrosos para los medios, según el CPJ, con al menos 24 periodistas muertos desde el 2006.
Pero algunos de los narcoreporteros podrían estar en mayor riesgo. Cinco periodistas sospechosos de trabajar para los carteles desaparecieron hace dos semanas en Reynosa.
Políticos dicen que el cartel del Golfo, que controla un tercio de los envíos de drogas a Estados Unidos, mantiene su guerra contra los Zetas lo más callada posible para evitar un despliegue del Ejército que interrumpa sus operaciones.
Calderón ha desplegado miles de soldados y policías federales en varias regiones del país donde opera el narcotráfico, pero en la zona de Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros su presencia es relativamente escasa.
"El mensaje del cartel del Golfo es: aquí no pasa nada. Los sicarios incluso recogen sus muertos después de las balaceras para que no haya evidencia de lo que está pasando", dijo un regidor del pueblo de Río Bravo, cerca de Reynosa.
(tomado de la Jornada)