El Diamante de Marcelo

El 30 de marzo de 1994, justo una semana después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, el fiscal del caso, Miguel Montes, se encerró en una habitación del hotel Lucerna de Tijuana con Emilio Islas, director de Interpol-México, a quien Montes le pidió que se hiciera cargo de la investigación policiaca.

Islas había pasado la noche en vela diagnosticando tres videocasetes. “Ya los vi muchas veces, no hay duda: están en diamante”, le dijo mientras dibujaba un rombo imaginario en la pantalla.

Según el Diamante de Islas, uno de los responsables de hacer valla en el mitin de Lomas Taurinas había bloqueado al general Domiro García, jefe de seguridad de Colosio. Pero Islas tenía más. Un hombre de unos 60 años le abría paso a un joven que se tiraba un clavado frente a Colosio para evitar que siguiera caminando. “Llamémoslo, por lo pronto, El Clavadista”, propuso. Y siguió. Descubrió a otro cómplice: “Llamémoslo El Lentes”. Y siguió. Era un complot. Cinco personas, por lo menos, habían ayudado a Mario Aburto.

Montes convocó a conferencia de prensa el 4 de abril para dar a conocer la sensacional noticia de la “acción concertada”. Pero las evidencias se empezaron a desmoronar, no eran lo que parecían. El 14 de julio, Montes concluía que Colosio había sido víctima de un asesino solitario. Nadie nunca volvió a creer nada en esta historia.

El procurador del DF, Miguel Ángel Mancera, me reconfirmó ayer que el caso de la captura de la banda de La Flor es sólido. Y que incluso la PGR lo está investigando también: “Coincidimos con ellos en varios nombres y en la temática del secuestro”.

Ojalá que lo presentado como un triunfo sensacional no termine siendo el Diamante de Marcelo.

“No lo será”, concluye Mancera. “Vamos a dar un resultado positivo. Aquí no hay chivos expiatorios”.

Deja un comentario