Son italiano de origen, pero radicaban en la ciudad de Guadalajara, sólo como una alternativa para vivir del fraude, mismo que cometían en contra de jaliscienses interesados en la adquisición de aparatos electrónicos, principalmente, y a quienes, con folleto en mano, le entregaban electrónicos marca “patito”, pero con etiquetas de prestigiadas empresas del ramo.
Pero, aún cuando se desconoce a cuánta gente timaron con sus argucias aprendidas tal vez a modo de la “Mafia Italiana”, especializada en acciones de este tipo, un día las cosas nos les resultaron y el comprador les salió más listo que ellos. Esto propició que comenzara su periplo hacia un penal preventivo, donde ahora esperan se les dicte sentencia.
Luigui Ferrara, de 23 años, Antonio Cipolla, de 25; Alessio Sola, de 20, y Guiseppe Mazza, de 72, son cuatro compatriotas de la “escuadra Zurra” que fueron capturados por policías del estado de Jalisco, después de que al verse sorprendidos en sus fraudulentas acciones, tuvieron que recurrir a secuestrar a una persona para evitar los denunciara, peros se les olvidó que el afectado había llevado a una acompañante que lo esperó en el exterior y al darse cuenta de la privación de su libertad lo reportó a las autoridades.
Fue así como los efectivos policiacos se dieron a la tarea de capturar a estos ciudadanos italianos y ponerlos a disposición del Ministerio Público para que determine su situación jurídica, además de que las autoridades de Migración tendrán que hacer su tarea para ubicar si estos sujetos están legalmente en el país y qué procede ante los ilícitos cometidos, que seguramente tendrán que pagar ante la justicia mexicana.
Su último timo
Pero le cuento cómo es que llegaron a esta situación legal. A decir de las autoridades, los hechos ocurrieron la tarde del 15 de marzo, cuando un joven de 23 años fue abordado por los ahora detenidos, en el centro comercial Soriana Oblatos.
Los extranjeros le mostraron folletos y manuales de cámaras de video de la marca Sony y le dijeron que tenían varios aparatos similares, que necesitaban vender, a muy bajo precio, pues necesitaban dinero para poder salir del país.
Al hombre le pareció atractiva la oferta, por lo que acudió a un cajero automático, además de que le llamó a un amigo para que le prestara algo de dinero y completar 10 mil pesos que los italianos le pidieron por los aparatos.
Una vez con la cantidad de dinero en la mano, la víctima se dirigió a unas suites ubicadas en Circunvalación Álvarez del Castillo, en donde lo citaron los extranjeros para concretar la transacción.
En ese lugar, le entregaron unos estuches con algunos aparatos que, al revisarlos, resultaron ser de una calidad inferior a la ofrecida, por lo que se resistió a dejarles el dinero. Ello molestó a los italianos, quienes decidieron impedirle la salida de la Suite y encerrarlo en una de las habitaciones.
Una acompañante del ofendido, quien permaneció en el exterior del edificio, se percató de lo que ocurría, por lo que pidió el apoyo de las autoridades; minutos después arribaron elementos del escuadrón motorizado de la Procuraduría de Justicia, quienes en una acción limpia, liberaron a la víctima y detuvieron a los cuatro extranjeros, a los que les aseguraron los artículos que ofrecían en venta.
Entre ellos, contaban con 21 estuches con reproductores MP 4, una computadora laptop HP, una cámara de video, así como cables, baterías y manuales de artículos electrónicos.
El mismo modus vivendi de las españolas de antaño
Esto hizo recordar a aquellas españolas que en diversas ciudades del país comenzaron a proliferar en los años 90. Estas mujeres ofrecían prendas de vestir de tela y piel, bajo el argumento de que habían llegado de su país en busca de nuevas oportunidades en México, pero que por circunstancias personales tenía que regresar a España, para lo cual se veían obligadas a vender todas sus prendas que traían para uso personal, pero que ni siquiera había estrenado, por lo que las ofertaban en precios muy reducidos.
Lo curioso del caso es que casi siempre actuaban en oficinas de gobierno, sin que se conociera quienes les daban permiso de ingresar a las mismas. Obviamente todo lo que vendían eras vestidos, blusas, chamarras, y diversos aditamentos femeninos, de calidad ínfimas, que eran adquiridas muchas veces en “segundas”, pero que ellas etiquetaban como procedes de la “madre Patria”.
Que yo sepa, las mujeres se exterminaron, así como llegaron, sin que se conociera de alguna detención por motivos de fraude, como es el caso de los italianos, que a demás tendrán que responder por el delito de secuestro.