En Privado
Joaquín López Dóriga
El 10 de diciembre de 1997, Carlos Antonio Pilgram Santos, hijo de un empresario muy conocido en Oaxaca, fue secuestrado por un grupo de diez hombres armados que vestían uniformes de la Policía Judicial Federal.
Los secuestradores lo llevaron a su casa, que saquearon, y robaron su Mercedes Benz. Luego lo trasladaron a un hotel en San Juan Ixhuatepec, en el Estado de México, donde lo encerraron. Los vecinos denunciaron movimientos extraños de los uniformados, pero la policía de Tlanepantla no intervino porque el jefe de la banda, de nombre Ariel Maldonado Leza, que era el director de Coordinación Institucional de la PGR, en tiempos de Jorge Madrazo, les dijo que no se metieran pues se trataba de un operativo para detener a Daniel Arizmendi, El Mochaorejas.
La familia tuvo que pagar el rescate y la banda lo liberó.
Pero denunció a Maldonado Leza, quien huyó a España donde estuvo durante tres años hasta que fue ubicado, detenido, encarcelado durante un año y extraditado a la Ciudad de México donde, desde el Reclusorio Oriente, un juez lo sentenció a 19 años de prisión por el delito de secuestro.
Luego de la acusación al funcionario de la PGR, Carlos Antonio murió en un extraño accidente carretero que nunca fue aclarado.
Pues bien, la noticia que se conoció ayer, al tiempo que se reunía en Palacio Nacional el Consejo de Seguridad Pública en pleno, es que el ex director de la PGR, que purgaba su condena de l9 años en el mismo Reclusorio Oriente, había dejado la cárcel en el silencio de la noche, a las 23:58 horas del jueves 31 de julio, absuelto por el magistrado del tercer Tribunal Unitario en Materia Penal, Jesús Guadalupe Luna, que lo absolvió del secuestro y ordenó su inmediata libertad.
¡Y me hablan del fin de la impunidad!