En México, como sabemos, la enfermedad celíaca es poco conocida. Apenas hace unos días me enteré del caso de una ciudadana estadunidense que llegó a nuestra gran capital. Se hospedó en un hotel de gran prestigio, ubicado en una de las avenidas más bonitas, en el Paseo de la Reforma.
Según me cuenta un empleado del lugar, días antes envió una serie de productos aptos para celíacos, tras el consecuente aviso de su padecimiento. Llegó al hotel y pidió la comida a su cuarto. Los cocineros entraron en un gran conflicto porque de inicio tuvieron que averiguar que es la Enfermedad Celíaca y qué la comida sin gluten.
Sabedores de que tenían ya algunos productos enviados por la misma ciudadana estadunidense procedieron a prepararle un pastel, pero faltaba el resto de la comida que habría que tener lista para los siguientes días, en los tres alimentos: desayuno, comida y cena.
Los empleados de la cocina de este Hotel de talla internacional padecieron porque tenían que preguntar a la propia huesped que era lo que no podían utilizar en el cocinado de sus platillos.
Difícil tarea, más cuando en nuestro país no se consiguen los productos etiquetados con la leyenda libre de gluten.
Por ello es la lucha para conseguir que se legisle, primero y se avance en la producción de productos aptos para celíacos en nuestro país, los cuales pocas personas conocen.
Una muestra más de la carencia de una cultura de salud, en la que las actuales autoridades deberían poner atención, pero sobre todo de parte de los mismos celíacos que muestra una apatía total en la búsqueda de mejores alternativas.