Alerta Periodística

México, secuestrado por la inseguridad

Savater y Paz, ante el 2 de octubre

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En 1968, cuando se gestaba el movimiento estudiantil en la ciudad de México, como parte de un despertar social en varios ciudades del mundo, como París, Praga, Madrid, yo era un imberbe muchacho de apenas 12 años. cursaba, creo recordar, el segundo año de secundaria. Debo confesar que quizá el Movimiento Estudiantil no lo viví con la fuerza que debía, porque no sólo era mi juventud aislada sino que cursaba yo por una situación de salud no muy aceptable que digamos.

En eso años, mi lectura periodística era a través de Excélsior, el diario que dirigía aún Julio Scherer, si mal no recuerdo, quizá en el filo del golpe que le costaría un vuelco significativo a la historia de ese periódico y que por aquellas fechas era uno de los más importantes del país.

Ese 2 de octubre, lo debí entender varios años después, quizá por las movilizaciones que año con año se hacen para recordar lo que sé ahora, fue una masacre con serias consecuencias históricas para nuestro México.

Pero ahora dejé de ser ese imberbe muchacho y mi carrera me ha permitido no sólo involucrarme y empaparme del significado de esa lucha y de la importancia que cobra día a día por las circunstancias actuales de nuestra sociedad.

Hoy, coincidentemente, ante la proximidad de un año más de la que se ha dado en llamara \”la matanza del 68\” leía yo al escritor español Fernando Savater, en \”Lugares con Genio\” (Debate, 2013) y me llamó la atención la forma en que describe los sucesos del 2 de octubre de 1968:

\”En 1968 se produjo una serie de revueltas y protestas juveniles prácticamente en todo el mundo. La juventud se levantaba, se revelaba en todas partes, contra la guerra de Vietnam, contra las injusticias y las desigualdades, contra un mundo desarrollado, evolucionado, científicamente avanzado, de abundancia y qué, sin embargo, aceptaba las profundas diferencias, la ausencia de derechos civiles, la discriminación racial y el atraso en muchos otros lugares. Los jóvenes salieron a la calle en París, en Londres, en Madrid, en Praga. \”También en México, donde la protesta tomó un cariz esencialmente social, contraria a la desigualdad, por reivindicación de iguales oportunidades de educación y plazas universitarias para todos. Todo eso dio a la revuelta un peso y un respaldo social muy importante. El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, que había organizado los Juegos Olímpicos y que quería a toda costa mantener un aire de normalidad y de homogeneidad en el país, reprimió las manifestaciones con extraordinaria dureza. La Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, se convirtió en un lugar emblemático, donde policías, militares y paramilitares provocaron una gran matanza, cuyas víctimas nunca se han contado con precisión. Los medios de comunicación prácticamente no dieron información, silenciaron el acontecimiento. Sólo a base de algunos testimonios marginales y del trabajo de periodistas extranjeros se supo la gravedad de los ocurrido en Tlatelolco\”.

Esta es la forma en que Fernando Savater describe aquellos hechos del 2 de octubre de 1968. Octavio Paz, por su parte, se vio obligado a presentar su renuncia como Embajador de México ante la India, que lo era en esas fechas, como un acto de protesta y de condena a la represión en Tlatelolco y expresaba su sentir en dos palabras: tristeza y cólera.

En su carta enviada al presidente de la República Mexicana, Octavio Paz argumentaba una serie de acontecimiento que quizá llevaron a este despertar y afirmaba \”Ante los acontecimientos últimos, he tenido que preguntarme si podía seguir sirviendo con lealtad y sin reservas mentales al gobierno. Mi respuesta es la petición que le hago llegar: le ruego que se sirva ponerme a disponibilidad, tal como lo señala la Ley del Servicio Exterior Mexicano. Procuraré evitar toda declaración pública mientras permanezca en territorio indio. No quisiera decir aquí, en donde he representado a mi país por más de seis años, lo que no tendré empacho en decir en México: no estoy de acuerdo en lo absoluto con los métodos empleados para resolver (en realidad reprimir) las demandas y problemas que ha planteado nuestra juventud\”.

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